Cuando la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, deje el cargo en marzo del próximo año, Iberoamérica volverá a una situación que le era ajena desde hace más de una década: todos los países de la región estarán en breve presididos por hombres.
A comienzos de esta década, las mujeres ocupaban los cargos más altos en Argentina, Brasil, Costa Rica y Chile, países que en conjunto tienen un 40% de la población de una región «bastante» machista.
Pero la victoria del pasado domingo del empresario conservador Sebastián Piñera en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Chile cerró este período.
Bachelet fue la primera mujer en subir al poder en el año 2006, cuando una marea izquierdista inundaba Iberoamérica durante el auge económico impulsado por las materias primas.
Al año siguiente se produjo la victoria de Cristina Fernández de Kirchner en las presidenciales de Argentina y en 2010 la tendencia de la mujer en el poder se afianzó con la elección de Dilma Rousseff en Brasil y de Laura Chinchilla en Costa Rica.
Junto con Rousseff y Cristina Fernández, Bachelet impulsó grandes avances en materia social logrando que se aprobaran varias leyes para combatir la continua violencia contra las mujeres y estableció cuotas de participación política.
Ahora Latinoamérica se queda sin ninguna figura femenina en el poder por un tiempo que se desconoce, lo que provoca un desconcierto y temor en la sociedad iberoamericana en cuanto al poder de la mujer en la región.
Rousseff fue destituida de sus funciones el año pasado por el Congreso por cargos de manipular leyes presupuestarias y donde posteriormente fue acusada de corrupción.
En Argentina, tras finalizar su mandato, un juez acusó a Fernández de Kirchner de traición por supuestamente encubrir el posible papel de Irán en el atentado contra la mutual israelita AMIA, que dejó 85 muertos en 1994.
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