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Tras su muerte Francisco Flores ex presidente de El Salvador será recordado por corrupción

LA ESQUINA DE MANUEL NUÑEZ

Francisco Guillermo Flores Pérez, presidente entre 1999 y 2004, falleció este sábado a los 56 años tras sufrir una obstrucción arterial el domingo anterior y ser operado de urgencia un día después.

Fue profesor de filosofía, estudió en India, mandó tropas a la guerra en Irak, dolarizó la economía, fue candidato a presidir la Organización de Estados Americanos (OEA) y estuvo cuatro meses prófugo de la justicia.

Y será recordado por haber malversado una millonaria donación destinada a los damnificados de un terremoto.

Flores sufría de trombosis en su pierna derecha y su delicado estado de salud le había permitido evitar la cárcel y pasar lo que terminarían siendo sus últimos meses de vida bajo arresto domiciliario en su casa.

Allí cayó desmayado el domingo por la noche. A raíz de la obstrucción, sufrió un derrame, un paro cardíaco y entró en coma.

Pese a que se le realizaron dos operaciones el lunes para deshacer el coágulo en el cerebro, falleció en el Hospital de la Mujer de la capital, San Salvador.

Flores, el más joven en alcanzar la presidencia salvadoreña con 39 años, quedó manchado por un escándalo de corrupción cuya investigación judicial aún estaba en curso en el momento de su fallecimiento.

Pesaban sobre él los cargos de peculado, enriquecimiento ilícito y desobediencia de particulares en perjuicio de la administración pública.

El caso se originó tras los terremotos que golpearon al país el 13 de enero y el 13 de febrero de 2001, con un saldo de más de 1.000 muertos, 8.000 heridos, un millón y medio de damnificados y pérdidas por más de US$1.500 millones.

La ayuda de la comunidad internacional no se hizo esperar. Y una donación en particular terminó condenando a Flores.

Se lo acusaba de desviar una donación de US$15 millones del gobierno de Taiwán para proyectos de reconstrucción y atención a víctimas de los terremotos.

Según la fiscalía, Flores se apropió de US$5 millones y desvió US$10 millones hacia una cuenta del partido Alianza Republicana Nacionalista (Arena), que gobernó el país de 1989 a 2009.

Un tribunal pospuso a comienzos de año una audiencia del juicio prevista para este mes a la espera de que se coordinara la presencia de testigos de un banco de Costa Rica donde Flores presuntamente desvió parte de la donación recibida.

Hace dos años, ante una comisión parlamentaria que investigaba lo ocurrido con los fondos taiwaneses, Flores reconoció que había pedido donaciones en otras dos ocasiones a Taiwán, con el que según él El Salvador disfrutaba de «una relación privilegiada» porque respaldaba la solicitud de membrecía del país asiático la ONU.

Se trataba de dos ayudas para combatir al narcotráfico y luchar contra el crimen y las maras (pandillas).

«Yo nunca recibí un donativo para mí, nunca lo deposité en una cuenta mía, nunca lo utilicé personalmente, nunca lo deposité, nunca lo trasladé, nunca lo usé, no era para mí», aseguró en ese entonces.

A fines de enero de 2014, Flores no se presentó ante el Parlamento y el gobierno aseguró que se había dado a la fuga.

Meses después la justicia emitió una orden de captura, Interpol lo puso en la lista de los más buscados y pasó cuatro meses prófugo hasta que se entregó voluntariamente «por respeto a la ley» en septiembre de ese año.

Tras una breve estancia en la cárcel, mientras avanzaban las investigaciones, le concedieron la prisión domiciliaria por motivos de salud.

Proveniente de una familia acomodada, Flores cursó la universidad en Estados Unidos, realizó estudios en Reino Unido, dio clases de filosofía y se dedicó durante un tiempo a la actividad ganadera.

Pese a ser seguidor de un líder religioso indio que abogaba por la no violencia, desde joven se vinculó con el controvertido partido Arena, una agrupación conservadora vinculada a los escuadrones de la muerte que actuaron en la guerra civil.

El día que ganó las elecciones en 1999 no se olvidó de un cuestionado personaje de la historia salvadoreña: «Recordemos los valores de nuestro fundador. Recordemos a Roberto Roberto d’Aubuisson», considerado el autor intelectual del asesinato de Óscar Romero, arzobispo de San Salvador, en 1980.

El conflicto de 12 años de duración, apenas finalizado en 1992, dejó unos 70.000 muertos.

Fue precisamente durante la guerra civil cuando el asesinato de su suegro, secretario privado de la presidencia a fines de la década de los 80, lo impulsó a entrar en la política.

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